Entrevista para Falsaria


Entrevista a Enrique Gallud Jardiel a causa de su nuevo libro “Jardiel. La risa inteligente”


 9 diciembre, 2014


Por segunda vez en este espacio tenemos la suerte de vernos la cara con Enrique Gallud Jardiel, escritor, profesor, compilador y nieto de uno de los máximos escritores de la letras españolas, Jardiel Poncela con motivo del lanzamiento de su último libro Jardiel. La risa inteligente (Ed. Doce Robles), un repaso histórico y bibliográfico de la vida del escritor madrileño. Antes que nada,avisar que la entrevista es un postulado de literatura mayor  imperdible para todos aquellos que aspiramos, como lectores y escritores, a alcanzar la excelencia.

 

Pues aquí estamos nuevamente: tú con nuevo libro y nosotros con unas ganas inmensas de empezar siempre por el mismo lugar ¿Qué nos trae La risa inteligente?



Pues estamos hablando de un libro muy completo sobre Jardiel y también de Jardiel, pues aparte de todo lo que yo ofrezco de mis conocimientos tanto académicos como personales sobre el autor, he llenado la obra con gran cantidad de citas originales suyas, que no sólo sirven para demostrar mis aseveraciones, sino que funcionan como una especie de antología de Jardiel, muy amena y divertida. Si a eso sumamos el hecho que gran parte del material es inédito, el libro se hace doblemente interesante y apetecible.



Hay un constante recurso de citar la obra de Jardiel Poncela como forma de instrumentar su historia, como si fuera él mismo quien deseara contar su historia, algo que parece prácticamente desaparecido en las biografías actuales. ¿Es una hipótesis de trabajo o una forma revalidar la obra de tu abuelo?



La vida y la obra de cualquier artista son indisolubles, y las de un literato lo son más aún, pues en definitiva se escribe sobre aquello que se ha vivido y desde el propio punto de vista. Hay que conocer estas vivencias para poder apreciar plenamente lo creado. Pero en último lugar son los escritos los que deben ser el centro de atención y lo que en verdad es un legado para los demás. Dicho de otra manera: lo importante es la obra, que puede ser duradera y hasta perenne, a diferencia de la vida.



Tema que, más allá de la apasionante vida de Jardiel Poncela que recoges en La risa inteligente, salta a la vista: posiblemente no haya nadie en este momento más preparado para recopilar su vida y su obra que tú, en tu condición de académico, escritor y nieto ¿Lo sientes así?



Sería muy presuntuoso pretender que tú puedes escribir un libro mejor que otros. Puedes, a lo sumo, pensar que estás en condiciones de hacerlo razonablemente bien. Sobre mi capacidad investigadora no soy yo quien debe opinar; por otra parte, mi posición privilegiada como familia del escritor, con acceso a material de que otros no disponen, me hacen efectivamente adecuado, si no idóneo, para escribir este libro con todas las garantías de que el resultado ha sido muy satisfactorio.



En este sentido, ¿te has sentido «obligado» a emprender esta tarea o se dio de modo natural, fruto de eso que comúnmente se llama legado?



No ha habido obligación en absoluto, máxime teniendo en cuenta que ya he publicado anteriormente dos libros obre Jardiel y me he ocupado de que se reediten muchos materiales suyos (como, por ejemplo sus poesías) que estaban inéditos u olvidados. La idea de escribir este libro no es mía, sino de Javier Lafuente, editor de Doce Robles, que tenía desde hacía tiempo el propósito de hacer un libro sobre Jardiel donde se tocasen aspectos que antes no se habían mencionado. Podríamos decir que éste es un libro de encargo que, por una feliz casualidad, se le encargó a alguien que estaba deseando que se lo encargaran para ponerse a trabajar en él con todo entusiasmo. El proceso de elaboración del texto y de trabajo conjunto con la editorial ha sido gratísimo, ya que coincidíamos plenamente en el objetivo que deseábamos. Si a eso le añadimos que el libro tiene numerosísimas ilustraciones y que esta acabado de manera excelente, pues no puedo por menos de estar muy satisfecho del resultado.



En algún punto, La sonrisa inteligente, además del recurso que antes mencionaba («consultar» y volcar la obra del autor), que rompe la atadura biográfica y se convierte en un libro histórico y de análisis literario de la España que él retrató y en este punto, el libro es tremendamente interesante ¿Has buscado esa forma de «romper» el género, de desdibujarlo?



Lo que sucede es que no he concebido el libro tanto como una biografía, sino como un ensayo completo y «completador», por así decirlo, del fenómeno jardielesco. La semblanza está ahí, claro, pero más que en su vida personal he querido insistir en el análisis de su obra y en su actividad complementaria a ella. Jardiel no sólo escribió teatro, fue un hombre de teatro en muchas otras formas: fue director de escena, fue empresario, teórico del arte dramático, escenógrafo, inventor de estructuras y hasta publicista teatral. El libro también habla de otros aspectos suyos poco conocidos, como sus muchas y variadas aportaciones al cine. Además, vivió en una época dorada del arte y el pensamiento y se relacionó —amigable o desamigablemente— con todos los grandes artistas del momento, por lo que un libro sobre él necesariamente describe una España culturalmente interesantísima.





Hay en La sonrisa inteligente un sinfín de anécdotas de Jardiel Poncela, algunas ya conocidas y otras no. Me gustaría, si te parece, que menciones una que a ti te resulte particularmente interesante de la vida tu abuelo (y fíjate que utilizo la expresión filial y no de Hombre Público, para remarcar el interés como hombre más allá de su perfil de escritor), y el lector no sepa.



Es muy significativa una anécdota que pone de manifiesto tanto su sentido cómico y lúdico de la vida como su sensibilidad y buen carácter. Cuando realizaba una gira con su compañía, fue a Barcelona en el mes de noviembre. Era costumbre representar en esas fechas Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, y Jardiel llevaba esa obra en repertorio. El papel de Don Juan lo hacía habitualmente el galán de su compañía, el gran actor Carlos Lemos. Pero la empresa de Barcelona le impuso a Jardiel que el papel del Tenorio lo representara el torero Mario Cabré, que era entonces muy famoso y querido en la ciudad. Carlos Lemos quedó, pues, relegado al papel de Don Luis Mejía, el rival de don Juan al que éste vence en la apuesta que ambos han hecho para ver quién seduce a más mujeres y mata a más hombres. Carlos Lemos estaba desolado y con una fuerte depresión por lo que él consideraba un desprecio a su rango en el mundo de los actores. Pues en la primera representación que se hizo, durante la «escena de las conquistas» en la que Don Juan y Don Luis cuentan sus hazañas, Jardiel apareció en escena, vestido de comparsa, y se dedicó a apoyar a Don Luis (el perdedor) con gritos de «¡Viva Don Luis Mejía!», «¡Yo apuesto por Don Luis!», etc., para demostrarle a su actor que sus simpatías estaban con él. Lemos quedó estupefacto de ver a su director en medio de los meritorios, pero gratamente impresionado por el gesto humano. Más tarde le agradeció a Jardiel su apoyo moral y también reconoció que le había dado una lección profesional, haciéndole ver que un verdadero actor debe aceptar cualquier papel y hacerlo con dignidad, en lugar de enfurruñarse si no se respeta su rango.



Has producido una obra interesante en relación a la vida de Jardiel Poncela, La ajetreada vida de un maestro del humor (Espasa, 2001), El teatro de Jardiel Poncela. El humor inverosímil (Fundamentos, 2011) y trabajas constantemente en la difusión de su legado. Sin embargo, ¿por qué ahora La risa inteligente? ¿Qué buscabas en esta ocasión?



El objetivo del libro es doble: reunir información que estaba dispersa, para que el lector pueda conocer a Jardiel con facilidad sin necesidad de recurrir a varias fuentes, y, sobre todo tratar aspectos que nunca antes se habían estudiado. A Jardiel se le ha visto como dramaturgo. Su labor como novelista, ensayista, poeta, narrador, guionista de cine, ensayista, conferenciante y dibujante no se ha estudiado bien. No se ha hablado antes de su labor como productor teatral, algo muy interesante. Este libro habla de las guerras entre teatros, de batallas con la crítica, de viajes insólitos y de innovaciones artísticas que se deben conocer.



En el apartado sobre su formación cultural, mencionas que el germen de su cultura literaria hay que buscarlo en sus frecuentes lecturas: Dante, Dickens, Aristóteles, Arniches, Swedenborg, Ganivet, Lope, Dumas, Chateaubriand, Conan Doyle y muchos otros. Una variedad que da cuenta no solo de su formación como escritor de ficción, sino de ensayista (lo que tu llamas cultura enciclopédica) ¿Se ha perdido ese perfil heterodoxo en los nuevos escritores e intelectuales? ¿Puede generar este momento de la historia de España un Jardiel Poncela que nos retrate?



Por supuesto que podría aparecer. De hecho, los hombres que han cambiado el panorama artístico con sus innovaciones surgen en los peores momentos históricos, durante las crisis y las épocas de decadencia. Sin la corrupción helénica no hubiera habido un Aristófanes y si Quevedo hubiera vivido mejores tiempos,  sus escritos hubieran sido algo más insípidos. El esplendor de nuestros autores clásicos no tiene lugar en el siglo XVI, cuando España era poderosa, sino en el XVII cuando su decadencia era ya clara. Lo que sucede es que las personalidades artísticas fuertes escasean más de lo que parece. En cuanto a los artistas e intelectuales de la actualidad, con contadas excepciones, creo que se hallan demasiado cómodos en posturas no muy comprometidas, lo que hace que sus obras no sean muy críticas con la situación presente. No hay libros que desafíen radicalmente al poder establecido. ¿Cuál es el último libro que de verdad nos escandalizó por su planteamiento renovador o revolucionario? No recuerdo ninguno en los últimos años.



En algún momento comentas que «Otro medio para luchar contra el tedio del eterno capítulo consiste en fragmentarlo. Jardiel emplea indefectiblemente subcapítulos, llenos a su vez de otras subdivisiones, todas ellas numeradas, tituladas e incluso, en su mayoría, precedidas por una cita alusiva». Y me quedé pensando que esa fragmentación es tremendamente moderna, vivimos una literatura contemporánea que emula la brevedad del tweet y la ruptura de las estructuras (en sintonía con las «redes» y no con el «todo»). Aun siendo elementos muy distintos ¿Fue Jardiel un visionario en su forma de construir la literatura?



Sin duda alguna: sus procedimientos literarios eran muy modernos, por eso la crítica adocenada y conservadora de su momento no supo apreciarlos. Jardiel es esencialmente avanzado: en su tiempo representó lo más innovador de las vanguardias, a las que por estilo y edad pertenecía. Muchos procedimientos y recursos literarios que se han celebrado luego en autores como Ionesco y otros, ya los había empleado antes Jardiel.



Suele decirse que si Van Gogh no hubiera sido un hombre profundamente despechado no habría pintado La noche estrellada (algo así como que los buenos sentimientos solo producen mala literatura). Y al respecto, narras que a partir del abandono de Josefina, la esposa y madre de sus hijos, Jardiel Poncela escribe esa obra monumental llamada Amor se escribe sin hache (1928) ¿Crees que esa experiencia vital, la del desamor o el desgarramiento, sigue teniendo tanta importancia como motor del arte?



Las experiencias vitales pueden ser un magnífico incentivo creador, siempre que le sucedan a un artista que domine su oficio. Desengaños amorosos o de otro tipo los tenemos todos y no todos podemos producir buena literatura a partir de ellos. Otra cosa es que la literatura es siempre en buena medida autobiográfica: escribimos mejor sobre lo que mejor conocemos. Una vida intensa y dramática como la de Jardiel le dio, obviamente, mucho material literario de primera calidad.



Por lo demás, ¿En qué ha cambiado fundamentalmente el humor en España? ¿Crees que podría reproducirse el tipo de humor de Jardiel Poncela en, por ejemplo, la televisión actual?



La televisión, bien empleada, puede ser un canal perfecto para cualquier tipo de estilo literario. Otra cosa es que los que las controlan se decidan hacerlo. A Jardiel se llevó a la televisión en su momento: se emitieron sus comedias y se adaptaron otros escritos. Creo que habría mucho espectador que agradecería un humor más elevado que el que ahora impera, en forma de monólogos cómicos que no son sino concatenación de los mismos chistes de siempre, contados por un actor que es como el cómico de variedades de toda la vida, hablando con una lengua más moderna. En cuanto al cambio de humor, sí tendría algo que decir. Creo básicamente que hay que distinguir el humor inteligente del humor vulgar. El humor inteligente (que hacía Jardiel y han hecho después otros artistas como Les Luthiers, por poner un ejemplo), es intemporal, se basa en la cultura, en el ingenio, en la sátira y la visión crítica del mundo, etc. El humor vulgar es el que necesita agredir u ofender, rebajando lo descrito. Esto ya lo decía Aristóteles, que habló de la teoría de la superioridad como origen del humor. Nos reímos de lo inferiores que nos parecen los demás, por creernos nosotros por encima de ellos. Además, el humor vulgar es perecedero: el chiste político pierde enseguida actualidad y deja de entenderse a los pocos meses. El humor vulgar es el fácil, el que se le ocurre a cualquiera. Los chistes verdes apelan a los aspectos menos refinados de la personalidad. Los chistes racistas, los que ridiculizan a grupos sociales, a las rubias, a los de Lepe, a los homosexuales, son la forma más baja del humor. Lamentablemente ése es el humor que predomina y al que Jardiel quiso combatir.



¿Hay algo que se nos haya olvidado? ¿Algo que desees agregar?



No se os ha olvidado nada esencial y las preguntas eran muy pertinentes. Agregaría que debemos conocer a Jardiel, porque no fue un caso aparte o un escritor aislado: fue una personaje clave en su momento, y su vida y su obra nos ayuda a conocer mejor nuestra historia y nuestro carácter español. Además, fue una personalidad compleja e interesante, vivió una vida llena de peripecias y escribió cosas muy divertidas, por lo que el libro satisfará de seguro al lector. Ya se ha dicho que todos los géneros literarios son buenos, excepto en género aburrido y esto es algo que he procurado tener muy en cuenta a la hora de escribirlo..